martes, 6 de octubre de 2009

Texto I:
Don José Rodríguez de Madrid está hablando con unos amigos que juegan a las damas.
- Ya ven ustedes, ocho duros. Ocho cochinos duros. Después la gente habla que habla.
Uno de los jugadores le pregunta si le parece poco.
- Pues sí, ¿a dónde va uno con ocho duros?
- ¡Menos da una piedra, don José!
- ¡Psche!, Poco menos.
- ¡Hombre verdaderamente con ocho duros poco se puede hacer, esa es la verdad; pero, ¡en fin! Lo que yo digo. Para casa, todo menos una bofetada.
- Sí, eso también es verdad; después de todo los he ganado bastante cómodamente…
- ¡Venga! ¡Vamos a seguir con la partida!
Al violinista a quien echaron a la calle por contestar a don José, ocho duros le duraban ocho días. Comía poco y mal, cierto es. Y no fumaba más que de prestado, pero conseguía alargar los ocho duros durante una semana entera; seguramente habría otros que aún se defenderían con menos.
Camilo J. Cela, La colmena

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2. Señale las características propias de la comunicación oral en el texto

Texto II:
La política, señores –sigue hablando Mairena-, es una actividad importantísima…Yo no os aconsejaré nunca el apoliticismo, sino, en último término, el desdeño de la política mala que hacen trepadores y cucañistas, sin otro propósito que el de obtener ganancia y colocar parientes. Vosotros debéis hacer política, aunque otra cosa os digan los que pretenden hacerla sin vosotros, y, naturalmente, contra vosotros. Sólo me atrevo a aconsejaros que la hagáis a cara descubierta; en el peor caso con máscara política, sin disfraz de otra cosa; por ejemplo de literatura, de filosofía, de religión. Porque de otro modo contribuiréis a degradar actividades tan excelentes, por lo menos, como la política, y a enturbiar la política de tal suerte que ya no podamos nunca entendernos.
Y a quien os eche en cara vuestros pocos años bien podéis responderle que la política no ha de ser, necesariamente, cosa de viejos. Hay movimientos políticos que tienen su punto de arranque en una justificada rebelión de menores contra la inepcia de los sedicentes padres de la patria. Esta política, vista desde el barullo juvenil, puede parecer demasiado revolucionaria, siendo, en el fondo perfectamente conservadora. Hasta las madres -¿hay algo más conservador que una madre?- pudieran aconsejarla con estas o parecidas palabras: “Toma el volante, niño, porque estoy viendo que tu papá nos va a estrellar a todos –de una vez- en la cuneta del camino”.

Antonio Machado, Juan de Mairena. Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo

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