jueves, 17 de diciembre de 2009

ANTOLOGÍA POÉTICA DE CAMPOS DE CASTILLA. ANTONIO MACHADO


RETRATO

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura un limonero;
mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
-ya conocéis mi torpe aliño indumentario-,
mas recibí las flechas que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura y en la moderna estética
Corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
a distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
-quien habla solo espera hablar a Dios un día-;
mi soliloquio es plática con este buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
El traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho donde yago.
Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo, ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar



POEMAS DEDICADOS A LAS GENTES Y AL PAISAJE SORIANOS. ESCRITOS EN SORIA

POR TIERRAS DE ESPAÑA

El hombre de estos campos que incendia los pinares
y su despojo aguarda como botín de guerra,
antaño hubo raído los negros encinares,
talado los robustos robledos de la sierra.
Hoy ve a sus pobres hijos huyendo de sus lares;
la tempestad llevarse los limos de la tierra
por los sagrados ríos hacia los anchos mares;
y en páramos malditos trabaja, sufre y yerra.(…)
Abunda el hombre malo del campo y de la aldea,
capaz de insanos vicios y crímenes bestiales,
que bajo el pardo sayo esconde un alma fea. (…)
El numen de estos campos es sanguinario y fiero:
al declinar la tarde, sobre el remoto alcor,
veréis agigantarse la forma de un arquero,
la forma de un inmenso centauro flechador.


EL DIOS IBERO

Igual que el ballestero
tahúr de la cantiga,
tuviera una saeta el hombre ibero
para el Señor que apedreó la espiga
y malogró los frutos otoñales,
y un “gloria a ti” para el Señor que grana
centenos y trigales
que el pan bendito le darán mañana.(…)
Este que insulta a Dios en los altares,
no más atento al ceño del destino,
también soñó caminos en los mares
y dijo: es Dios sobre la mar camino.
¿No es él quien puso a Dios sobre la guerra,
más allá de la suerte
más allá de la tierra,
más allá de la mar y de la muerte?
¿No dio la encina ibera
para el fuego de Dios la buena rama,
que fue en la santa hoguera
de amor una con Dios en pura llama?
Mas hoy…¡Qué importa un día!
Para los nuevos lares
Estepas hay en la floresta umbría,
Leña verde en los viejos encinares.(…)
¡Qué importa un día! Está el ayer alerto
al mañana, mañana al infinito,
hombre de España: ni el pasado ha muerto,
ni está el mañana –ni el ayer- escrito.
¿Quién ha visto la faz al Dios hispano?
Mi corazón aguarda
al hombre ibero de la recia mano,
que tallará en el roble castellano /el Dios adusto de la tierra parda.


ORILLAS DEL DUERO

¡Primavera soriana, primavera ¡Oh tierra ingrata y fuerte, tierra mía!
humilde, como el sueño de un bendito, 10 ¡Castilla, tus decrépitas ciudades!
de un pobre caminante que durmiera ¡La agria melancolía
de cansancio en un páramo infinito!(…) que puebla tus sombrías soledades!
5 ¡Aquellos diminutos pegujales ¡Castilla varonil, adusta tierra,
de tierra dura y fría, Castilla del desdén contra la suerte,
donde apuntan centenos y trigales 15 Castilla del dolor y de la guerra,
que el pan moreno nos darán un día!(…) tierra inmortal, Castilla de ls muerte!


EL TREN

Yo, para todo viaje 10 y, sin embargo voy bien.
-siempre sobre la madera ¡Este placer de alejarse!
de mi vagón de tercera-, Londres, Madrid, Ponferrada,
voy ligero de equipaje. tan lindos… para marcharse.
5 Si es de noche, porque no Lo molesto es la llegada.
acostumbro a dormir yo, 15 Luego el tren, el caminar,
y de día, por mirar siempre nos hace soñar,
los arbolitos pasar, y casi, casi olvidamos
yo nunca duermo en el tren, el jamelgo que montamos



CAMPOS DE SORIA
I

Es la tierra de Soria árida y fría. La tierra no revive, el campo sueña.
Por las colinas y las sierras calvas Al empezar abril está nevada
verdes pradillos, cerros cenicientos, la espalda del Moncayo;
la primavera pasa el caminante lleva en su bufanda
5 dejando entre las hierbas olorosas 10 envueltos cuello y boca, y los pastores
sus diminutas margaritas blancas pasan cubiertos con sus luengas capas.

II

Las tierras labrantías, En los chopos lejanos del camino,
como retazos de estameñas pardas parecen humear las yertas ramas
el huertecillo, el abejar, los trozos como un glauco vapor –las nuevas hojas-
de verde oscuro en que el merino pasta, 10 y en las quiebras de valles y barrancas
5 entre plomizos peñascales, siembran blanquean los zarzales florecidos,
el sueño alegre de infantil Arcadia. y brotan las violetas perfumadas.



III

Es el campo undulado, y los caminos Mas si trepáis a un cerro y veis el campo
ya ocultan los viajeros que cabalgan desde los picos donde habita el águila,
en pardos borriquillos son tornasoles de carmín y acero,
ya al fondo de la tierra arrebolada llanos plomizos, lomas plateadas,
5 elevan las plebeyas figurillas, 10 circuidos por montes de violeta,
que el lienzo del ocaso manchan con las cumbres de nieve sonrosada.


IV

¡ Las figuras del campo sobre el cielo! que es la cuna de un niño
Dos lentos bueyes aran y tras la yunta marcha
en un alcor, cuando el otoño empieza un hombre que se inclina hacia la tierra,
y entre las negras testas doblegadas y una mujer que en las abiertas zanjas
5 bajo el pesado yugo 10 arroja la semilla
pende un cesto de juncos y retama bajo una nube de carmín y llama.


V

La nieve. En el mesón al campo abierto 15 y una noche perdió ruta y sendero
se ve el hogar donde la leña humea y se enterró en las nieves de la sierra.
y la olla al hervir borbollonea. En torno al fuego hay un lugar vacío
El cierzo corre por el campo yerto, y en la frente del viejo, de hosco ceño,
5 alborotando en blancos torbellinos como un tachón sombrío
la nieve silenciosa. 20 –tal el golpe de un hacha sobre un leño-.
La nieve sobre el campo y los caminos, La vieja mira al campo, cual si oyera
cayendo está como sobre una fosa. pasos sobre la nieva. Nadie pasa.
Un viejo acurrucado tiembla y tose Desierta la vecina carretera,
10 cerca del fuego; su mechón de lana desierto el campo en torno de la casa.
La vieja hila y una niña cose 25 La niña piensa que en los verdes prados
verde ribete a su estameña grana. ha de correr con otras doncellitas
Padres los viejos son de un arriero en los días azules y dorados,
que caminó sobre la blanca tierra, cuando crecen las blancas margaritas.

VI

¡Soria fría, Soria pura, y de famélicos galgos,
cabeza de Extremadura, de galgos flacos y agudos,
con su castillo guerrero que pululan
arruinado, sobre el Duero; por las sórdidas callejas,
5 con sus murallas roídas 15 y a la media noche ululan,
y sus casas denegridas! cuando graznan las cornejas!
¡Muerta ciudad de señores ¡Soria fría! La campana
soldados o cazadores; de la Audiencia da la una.
de portales con escudos Soria, ciudad castellana
10 de cien linajes hidalgos 20 ¡tan bella! bajo la luna.


VII

¡Colinas plateadas, tardes de Soria, mística y guerrera,
grises alcores, cárdenas roquedas hoy siento por vosotros, en el fondo
por donde traza el Duero 10 del corazón, tristeza,
su curva de ballesta tristeza que es amor ¡Campos de Soria
5 en torno a Soria, oscuros encinares donde parece que las rocas sueñan,
ariscos pedregales, calvas sierras, conmigo vais! ¡Colinas plateadas,
caminos blancos y álamos del río, grises alcores, cárdenas roquedas!...

VIII

He vuelto a ver los álamos dorados, grabadas iniciales que son nombres
álamos del camino en la ribera de enamorados, cifras que son fechas
del Duero, entre San Polo y San Saturio ¡Álamos del amor que ayer tuvisteis
tras las murallas viejas de ruiseñores vuestras ramas llenas,
5 de Soria –barbacana 15 álamos que seréis mañana liras
hacia Aragón, en castellana tierra-, del viento perfumado en primavera,
Esos chopos del río, que acompañan álamos del amor cerca del agua
con el sonido de sus hojas secas que corre, pasa y sueña,
el son del agua cuando el viento sopla, álamos de las márgenes del Duero,
10 tienen en sus cortezas 20 conmigo vais, mi corazón os lleva!


IX

¡Oh, sí! Conmigo vais, campos de Soria, Me habéis llegado al alma
tardes tranquilas, montes de violeta, ¿o acaso estabais en el fondo de ella?
alamedas del río, verde sueño ¡Gentes del alto llano numantino
del suelo gris y de la parda tierra, que a Dios guardáis como cristianas viejas
5 agría melancolía 10 que el sol de España os llene
de la ciudad decrépita de alegría, de luz y de riqueza!



POEMAS SOBRE ESPAÑA. ESCRITOS EN BAEZA

EL MAÑANA EFÍMERO

La España de charanga y pandereta, Florecerán las barbas apostólicas,
cerrado y sacristía, y otras calvas en otras calaveras
devota de Frascuelo y de María brillarán, venerables y católicas.
de espíritu burlón y de alma quieta El vacuo ayer dará un mañana huero
ha de tener su mármol y su día, y ¡por ventura! pasajero,
Será un joven lechuzo y tarambana, Como la náusea de un borracho ahíto
un sayón con hechuras de bolero: de vino malo. Un sol corona
a la moda de Francia realista de heces turbias las cumbres de granito.
Un poco al huso de París pagano
y al estilo de España especialista
en el vicio al alcance de la mano. (…)


LLANTO POR LAS VIRTUDES Y COPLAS POR LA MUERTE DE DON GUIDO

Al fin una pulmonía y para siempre jamás…
mató a don Guido y están Alguien dirá: ¿Qué dejaste?
las campanas todo el día Yo pregunto: ¿Qué llevaste
doblando por él: ¡din,dan! al mundo donde hoy estás?
Murió don Guido, un señor ¿Tu amor a los alamares
de mozo muy jaranero, y a las sedas y a los oros,
muy galán y algo torero; y a la sangre de los toros
de viejo gran rezador. Y al humo de los altares?
Dicen que tuvo un serrallo ¡Oh fin de una aristocracia!
este señor de Sevilla La barba canosa y lacia
que era diestro sobre el pecho;
en manejar el caballo, metido en tosco sayal,
y un maestro las yertas manos en cruz,
en refrescar manzanilla. ¡tal formal!
el caballero andaluz.

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